Cerca de 300 venezolanos duermen en calles de Ciudad Juárez con una sola esperanza: que el gobierno de Estados Unidos vuelva a aceptarlos bajo su custodia para pedir asilo o la oportunidad de tener empleo. Pero en su travesía se han quedado sin dinero, además de enfrentar incertidumbre, frío y ahora, aseguran, abusos de policías estatales y municipales.
“Fuimos su banco por tres días de viaje, fuimos banco de la policía de aquí, porque en cada parada teníamos que dejar dinero, 200 pesos por cabeza. Y siempre con la intención de amenazarnos con migración. Si no dan los 200 pesos vas a esperar aquí siete horas a migración”, dijo en entrevista una migrante venezolana recientemente retornada a México.
Según contó a MILENIO, la policía del estado y municipal han comenzado a cobrar dinero a cada migrante luego de amenazarlos con denunciarlos a las autoridades para que los lleven a alguna estación migratoria. Una situación que temen, pues creen que, de un momento para otro, en Estados Unidos podrían volver a aceptarlos.
En Ciudad Juárez no tienen muchas opciones. Sin dinero y sin el apoyo de algún familiar o amigo, la mayoría de ellos no considera viable postularse para solicitar asilo en línea como lo estableció el gobierno estadunidense. La mayoría de sus ahorros, muchas veces familiares, se consumieron en su travesía desde Venezuela hacia la frontera norte de México.
“Muchas personas vendieron todo, carros, casa, todo, para llegar acá y tener una mejor calidad de vida. Vamos a trabajar, tampoco vamos a hacer lo malo allá, muchas personas venimos a trabajar honestamente y tranquilamente. Para ayudar a nuestras familias allá. Por ejemplo, mi esposa, yo me vine porque mi esposa tiene cáncer. Allá no puedo conseguir el dinero para costear la operación de mi esposa, porque allá los hospitales no funcionan”, dijo un joven venezolano en entrevista con MILENIO.
Diversos migrantes comentaron que el viaje desde Venezuela hacia Estados Unidos es costoso. Más de 2 mil dólares, unos 40 mil pesos, que representan, aproximadamente, los ahorros de toda la vida para toda una familia de profesionistas, que en el mejor de los casos gana poco más de 30 dólares al mes.
En su viaje, en el que pasan por al menos siete países (Colombia, Panamá, Costa Rica, Nicaragua, Honduras, Guatemala y México), tienen que tramitar decenas de permisos migratorios para poder transitar por cada territorio. Además, deben comer, pagar su transporte y muchas veces, las extorsiones de funcionarios migratorios que, según comentarios en condición de anonimato, se han vuelto un modus operandi.
Además, está comenzando a repetirse una política que fue duramente criticada en la administración del ex presidente Donald Trump. MILENIO pudo constatar cómo el gobierno de Joe Biden está separando a familias e incluso las retorna a México por distintos puntos de internación.
“El sábado en la mañana nos separaron a todos. Yo venía con mi hermana, mi hermana venía con dos niños y su esposo y yo con cuatro niños. Y en la madrugada nos separaron, de ahí no supe más nada de ella hasta ayer que me dijeron que la retornaron para acá para México, a Hermosillo. Y ahora que estoy viendo que me escribió y que está ahí en la carpa esperando que salga para acá”, dijo a MILENIO Marcy Finol, una mujer venezolana que estaba a punto de reunirse con su primo hermano, pero no tenía claro cómo podría reunirse con su hermana, que había sido retornada al estado de Sonora.
SOS: una protesta de venezolanos en la frontera
Eran casi las 10:00 horas de este miércoles en Ciudad Juárez, Chihuahua, cuando un centenar de migrantes venezolanos que descansaban afuera de las oficinas estatales salieron corriendo hacia la frontera. Llevaban cartones y playeras blancas en las que habían escrito “SOS” y “AUXILIO.”
Frente al canal de aguas negras que divide a Juárez con El Paso, Texas, se detuvieron y alzaron sus pancartas improvisadas. Del otro lado, con sus uniformes color verde y apenas gesticulando, agentes de la patrulla fronteriza leían y escuchaban sus peticiones.
Jonnaleth Hidalgo viajó desde Venezuela con su hija de 5 años, Daniela. Ya cerca de la frontera se enteró que si se entregaba a la Patrulla fronteriza sería retornada junto a su pequeña y no podría participar en el nuevo programa. Por eso se manifestó.
“Queremos que nos vean, nos apoyen, ya que nosotros estábamos aquí antes de que dictaran la nueva ley. No ingresamos por miedo, ya que a muchos de nuestros familiares los devolvieron”, dijo.
Daniela, su hija, cansada de dormir en el suelo de la calle, emitía algunos gritos que apenas se alcanzaban a escuchar. “Déjennos entrar”, decía a la migra.
En entrevista con MILENIO, reveló qué es lo que quisiera hacer si le dieran una nueva oportunidad de vida en Estados Unidos: “Queremos un mejor futuro, para una casa, para algo. Me gustaría estudiar, jugar y comer bien.”
Juan José Molina, otro venezolano que participó en la protesta, relató a por qué no quiere, ni puede, regresar a Venezuela, por ejemplo, el paso por la selva del Darién, entre Colombia y Panamá: “Pasamos por una selva que es intransitable, es muy difícil. La selva es una selva virgen, la cual ya tiene sus rutas, pocas, de los pueblos indígenas que están allá, pero es difícil. Hay muchas cosas que pasaron allá, hubo violaciones, personas que se ahogaron en el río. El tránsito que podemos llevar, podemos llevar hasta siete, ocho días. Hay personas que duran hasta 15 días dentro de la selva en la que no tenemos suministros. La prioridad es tratar de salir lo más rápido posible con los pocos recursos que tenemos. Hay personas que no lo logran.”
Además, a Juan José, como a muchos otros migrantes venezolanos, ya no le queda dinero para regresar a su país natal. Los cerca de 2 mil dólares que él junto con su familia ahorraron se le terminaron durante su trayecto hacia la frontera norte de México.
“A pesar de que no hay bombas, a pesar de que no hay una guerra en sí, nosotros vivimos una guerra por parte de la política venezolana, la política venezolana nos hizo migrar, ya hemos soportado demasiado”, concluyó.