Dentro de su trayectoria ha sido un ejemplo de dedicación y excelencia en el ámbito jurídico. Es la magistrada en retiro Avelina Morales Guzmán, la Matrícula #1 de la carrera de Derecho en la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez (UACJ), quien este día compartió experiencias y anécdotas con estudiantes y catedráticos de este programa en el Instituto de Ciencias Sociales y Administración (ICSA).
La charla fue parte de los eventos con motivo del 50 aniversario de esta casa de estudios, a través de un conversatorio denominado Reminiscencias de una fundadora de la Carrera de Derecho, que se programó a partir de las 11:00 horas en el Auditorio Armando R. Chávez.
¿Qué se sintió ser matrícula uno?
“Me dio gusto porque para mí fue una cuestión circunstancial, sí, resulta finalmente satisfactorio; alegría, júbilo estar en esa posición. Pero también es un compromiso porque buscas ser un ejemplo para la familia, para los demás estudiantes, en fin, en general. Si no siguiera esa intención, pues ¿qué pasaría? Imagínate que dijeran que la matrícula número uno resultó ser una delincuente, pues no. Me daría mucha pena que eso sucediera”.
Una mujer que en el horizonte ve a la UACJ como una institución prestigiada, que sigue acumulando logros para el bien de la comunidad universitaria y fronteriza.
Cuenta que minutos antes de llegar a la ponencia se acercó a la oficina del doctor Jorge Antonio Breceda, coordinador del Programa de la Licenciatura en Derecho y al ver el claustro no pudo evitar volcarse a la nostalgia y los recuerdos.
Vio el cuadro de Carlos Silveyra Saito y recordó que él fue jurado en su examen profesional, al igual que Fernando Olivas Bustillos, entre otros que formaron parte de su historia universitaria.
“Claro que me da mucho gusto y me siento muy orgullosa de ver los avances, porque cuando yo presenté mi examen profesional, este campus solamente tenía un edificio. Imagínense”.
Hoy, cuando preguntó dónde iba a dar su ponencia, se encontró con un micromundo llamado Instituto de Ciencias Sociales y Administración.
Recordó que en aquellos tiempos, a cincuenta años de distancia, era común que los interesados en matricularse en una universidad tenían que dejar Ciudad Juárez para emprender camino a la Ciudad de México, Guadalajara, Monterrey o Chihuahua capital.
Entre su anecdotario como estudiante, cuenta que reprobó una materia que con el tiempo sería fundamental en su formación profesional.
“Sí, bueno, hay cosas importantes como tener que estudiar y pasar los exámenes sin copiar. Porque si uno no tiene buena vista pues no se puede, menos si son escritos, pero no se debe tampoco”, suelta a manera de broma.
“Luego, lo que uno aprende lo puede aplicar. A veces las cosas parecen muy favorables; me tocó ser la número uno, pero nada más de matrícula, porque un buen día, por razones no tan agradables, reprobé una materia en el último año de la carrera”: Derecho de Amparo.
Entre el público le preguntaron que quién fue el profe que la reprobó, pero ella se negó a responder, dijo que ya no estaba en la universidad.
“Pero curiosamente no me hizo ningún mal, sino un bien, porque me obligó a estudiar a tope. Porque me vi precisada a solicitar un examen especial o título de suficiencia o no sé cómo se llame ahora, pero ese fue mi último recurso”.
…Y jamás se deshizo de lo aprendido, pues Derecho de Amparo la acompañó durante los 46 años que estuvo en el Poder Judicial de la Federación.
“Entonces, para mí no resultó ningún problema ejercer en la vida profesional esa materia, porque ya la había estudiado y requeteestudiado para pasar un examen que al final de cuentas logré con un ocho”.
Eso como calificación, pero como premio tuvo la posibilidad de aplicar los conocimientos de Amparo en su ejercicio y vida profesional en un juzgado de distrito y posteriormente en un tribunal colegiado.