Una mujer adulta que vivía en un pequeño pueblo al sureste de Rumania no sabía que lo rodeaba una de las mayores piezas de ámbar del mundo.
La piedra de 3.5 kilos, con sus tonos oscuros de rojo y negro, era para ella nada más que un tope de puerta, sin embargo, no se dio cuenta de su valor.
Fue hasta años después del fallecimiento de la ancianita cuando uno de sus parientes, Elena Musarescu, heredó la peculiar roca y decidió examinarla más detenidamente.
La mujer decidió llevar la piedra a un museo, donde la conclusión terminó en que la piedra era un auténtico ejemplar de ámbar de Buzau, una pieza de Rumanit, la variedad de ámbar más preciada del país, con una antigüedad estimada entre 38.5 y 70 millones de años.
La piedra tiene un valor estimado de 1 millón de euros, además de que ha representado al patrimonio de Rumania.